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domingo, 15 de marzo de 2009

El Tercer OJO de la LEY; desocultar la verdad de la violencia en tiempos de crisis judicial

Podemos decir en primer lugar que la política de los derechos humanos está preocupada por la verdad de los hechos delictivos, pero a su vez se reconoce que éstos hechos hoy tienen una tergiversación de la realidad, destrucción social y ocultamiento por intereses secretos y políticos de las autoridades policiales y tribunalicias.
Los hechos ocurridos generalmente dependen de intereses que juegan los políticos para hacer desaparecer del horizonte sus causas al conocimiento general de la opinión pública.
Así la noticia periodística especula sobre los mismos crímenes que es su mercancía para vender en un mercado ahí donde se consume al ser concebidas para el sensacionalismo y acentuar mejor el temor en la sociedad con su información mediática.
En segundo lugar, surge el efecto que permite opacar la visibilidad de los hechos y conflictos que son tales o de menor grado de incidencia como a veces los minimiza algún funcionario público o de la justicia caníbal.
Así una política de derechos humanos con éste tipo de exhibición es traspasada por la preocupación de la sociedad desprotegida de toda verosimilitud por la cuál hace que la violencia exista por sí misma con toda impunidad.
Crimen y violencia sin castigo drástico equivale a liberar la impunidad hacia zonas liberadas al delito donde delincuentes y policías están en el mismo campo de juego, de desrespeto por igual a las normas legales y que no tienen vigencia para ser aplicadas.
La mercancía en juego más atractiva para generarla es el mercado de la prostitución, la droga, armas y secuestros y todas ellas se representan en el combate moral al enfrentarse entre el partido del orden y del delito. Allí está por un lado la maldita policía que defiende a los delincuentes y protege a los ladrones arrepentidos que confiesan ante ellos para no tener condena. Por otra parte están los sindicalistas políticos venales en combinación con funcionarios judiciales que ganan con la promesa de; "dejá que ésto te lo arreglo". Tampoco no están ausentes pero con tácticas diferentes las corporaciones empresarias que suman miembros de ambos lados para expandir lazos de sociabilidad con eventos para clubes importantes como sponsors de sus actividades deportivas y ayudar a los "barras bravas" como intercambio de favores a toda una sociedad empobrecida de villas de emergencia. Se vive de la producción y circulación con una mercancía de consumo que hace un enriquecimiento rápido y fácil a los cabecillas y punteros de las villas. Allí están los distribuidores de la droga, de armas en el barrio precario que no saldrán de su pobreza pero están ocupados en ésa actividad que deja ganancia a sus pasadores sin mayor riesgo que a otros que trabajan para ellos, los más pobres y marginados.
Para conseguir la solución a la inseguridad, la policía londinense tomó la decisión de hacer un mapa del delito de las zonas más calientes y liberadas, apoyado por un sistema informático, el "compstat" con base de datos estadísticos que procesa y analiza diariamente las estadisticas criminales en tiempo real, para conocer las zonas más críticas de la ciudad, cuadra por cuadra.
Para ello se instalaron video-cámaras en todas sus calles, estaciones de subte, aeropuertos y en el centro financiero a los que llaman, "el ojo de la ley" para quién le apetezca saber que "quién las hace, la paga". También hay un aviso permanente por altavoces en todas las estaciones ferroviarias que anuncian permanentemente a los pasajeros, que están activadas las cámaras en circuito cerrado para prevenir a cualquier bravucón hacer algo que luego se arrepentirá, advirtiendo a los malechores que no tendrán amparo ante la ley por desconocer que sus acciones en la calle estaban filmadas.
Otra medida está en desarrollar vínculos con los vecinos de la zona con los agentes de seguridad para intensificar un sentido de percepción psicológica amigable con la policía, ésta receta inglesa dió buenos resultados para garantizar la seguridad a los ciudadanos londinenses al poner 10.250 cámaras sufragadas por el Ministerio del Interior, con un costo de U$S 270 millones que consiguió reducir el 22.4%, el índice de criminalidad durante el 2006/7, y así la video vigilancia consta de 4.122.000 cámaras en todo UK con un promedio de una por cada 15 habitantes.
Así las estadísticas bajaron un 14% en los dos últimos años y en robos a mano armada callejera bajó un 4%, el vandalismo un 12% y autos robados un 13,8% y el riesgo de ser víctima de un crimen pasó de un 26 a 20%.
No hay dudas que el gobierno británico encontró los buenos resultados más allá de una lección positiva, para hacer que la sociedad también tenga más conciencia y las familias mayor cuidado con sus hijos más conflictivos.
AP,ADNpress

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