Búsquedas en el Blog

lunes, 23 de noviembre de 2015

"El sindrome bipolar de CFK"


Los trastornos bipolares constituyen un problema de observación clínica cada vez más frecuente en la sociedad contemporánea argentina. Representan un espectro de tensiones y afecciones que comprometen el estado de ánimo y las conductas de las personas, caracterizadas por la presencia de períodos de euforia que alternan con otros de depresión.
El período de euforia es el que corresponde a la fase maníaca o hipomaníaca de la enfermedad que en su expresión más extrema, puede derivar en una verdadera psicosis. 
La manía es una fase que se extiende por un período de una semana y que se manifiesta por un estado de ánimo elevado irritable, que puede acompañarse de euforia, en el que el paciente presenta algunos de éstos síntomas: habla excesivamente y de manera rápida e ininterrumpida, se distrae fácilmente, experimenta la sensación de pensamientos que lo agolpan y que alteran su capacidad de discernimiento, exhibe un aumento en su nivel de actividades orientadas hacia un objetivo, concretar actos de alta impulsividad y riesgo como la hipersexualidad o el derroche de dinero.  El enfermo se siente imparable e imbatible, y en casos extremos, pueden aparecer cuadros de psicosis con conductas violentas y peligrosas.
Al cabo de un minucioso trabajo de búsqueda realizado en septiembre del 2006 el psiquiatra que trató a la Presidenta diagnosticó su estado clínico. Años después de ése encuentro, Franco Lindner está recordando algunos detalles de aquella entrevista. 
Como periodista observante del carácter secreto de una fuente de semejante importancia, no me revelará jamás el nombre del médico. A pesar de ello, no fue difícil descubrirlo: se trata del Dr. Alejandro Lagomarsino, un prestigioso y destacado psiquiatra, nacido en 1951 y fallecido a causa de un cáncer de colon, el 18 de junio de 2011. 
En su destacado currículum variado consta como director del Centro Regional de Salud Mental (Crisamen) de la Fundación ACTA; director asociado del Centro Privado de Psicoterapias de Buenos Aires; presidente honorario del Capítulo de Psicofarmacología de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA); profesor de Psicofarmacología del Instituto Superior de Formación de Posgrado de APSA; International Fellow de la Asociación Americana de Psiquiatría; fundador y primer presidente de la Fundación Bipolares de Argentina (FUBIPA).
La bipolaridad puede presentar cuadros complejos, y no hay enfermedades, sino pacientes único para cada caso. Lo que funciona con un paciente a veces no es igual para el otro”, se apresura aclarar un especialista en la materia que pidió reserva de su nombre. “La clave de éstos cuadros es la depresión bipolar. Pero los antidepresivos pueden producir efectos no deseados, entonces es mejor evitarlos y recurrir a los moduladores de ánimo. 
El clásico es el litio, que produce resistencia en los pacientes por construcciones muy particulares y personales. Las otras medicaciones habituales son el "ácido valproico", para controlar los estados de euforia, y la "lamotrigina", para modificar la melancolía y la depresión”.
La interacción con el contexto es uno de los indicadores que los médicos observan para medir ciertos rasgos de la conducta de las personas. Al respecto, son demostrativos los actos de gobierno con la infinidad de cadenas nacionales donde el “Aló Presidenta” deja para el análisis un discurso cargado de formas desmesuradas.  A pesar de ser la Presidenta una brillante oradora –cuyo esplendor ya despuntaba en sus épocas de senadora–, fueron apareciendo en su discurso algunas frases dignas de una película de ciencia ficción, o al menos muy alejadas del contexto real de la vida cotidiana de los argentinos. En Cristina parecería haber un núcleo de hostilidad permanente y reivindicatorio cercano a una paranoia reivindicativa. Ocurre en personas muy inteligentes que tienen con qué sostener un proceso locuaz. En éstos casos el ácido valproico ayuda mucho a poner un distanciamiento afectivo con las ideas.
Los bajones anímicos de Cristina se exteriorizan a través de períodos en que deja de aparecer en público.
El especialista en ésta patología conoció al doctor Lagomarsino que ayudó a despejar algunas dudas: “Los retiros son parte de la vida de un bipolar. Luego de la euforia y cierto desenfreno, hay momentos de depresión muy intensos que implican ausencias prolongadas”. Por lo general en ésos momentos el paciente toma conciencia de la necesidad de su tratamiento, cuándo está lejos de la idea de “todo lo puedo”. 
El bipolar vé la tristeza como un componente extraño a sí mismo porque la tristeza le propone detenerse, reflexionar y pensar, y la persona que no está capacitada para éste proceso de reflexión centrado en sí misma, vé las culpas de todo en el otro.
¿Observa usted, doctor, una personalidad narcisista en la Presidenta?
Indudablemente todos tenemos un lado narcisista. Pero el sujeto que ejerce el poder lo tiene mucho más exacerbado, y a veces, es necesario que así sea para conducir. Pero un narcisismo exagerado es difícil de controlar y soportar porque ocupa el centro de la escena.
Las personas así son controladoras y quieren conocer todo, quieren digitar, manejar toda situación y cualquier desvío los torna sentirse perseguidos.
En su vínculo de pareja tanto afectivo como político, ¿Néstor funcionaba como contrapeso?
Evidentemente que Néstor era el balance que conducía y dominaba el narcisismo de su mujer, ya que la acotaba.Los que conocían cómo se comportaba Cristina en vida con su esposo afirman que cuándo ella terminaba sus discursos, lo primero que buscaba era hablar con él…
Es evidente que ahí faltó una ayuda en el duelo y una mayor mirada terapéutica. En ésto hay que ser claro: más allá de cualquier contratiempo o situación extraordinaria, si una persona con trastorno bipolar controlado de forma prolongada al estar bien tratada puede llevar su vida normal y desempeñarse profesionalmente como los demás.
Cuándo no ocurre y alguien está en crisis, no puede decidir y tiene la decisión interdicta y suspendida, entonces la crisis de bipolaridad es una crisis psicótica. Ésta crisis hace que uno tenga el juicio catatímico (cuándo el juicio está condicionado por el ánimo), y uno al tener un ánimo exacerbado, muy probablemente el juicio no se ajusta a la realidad y ésto condice a no poder conducir sin juicio de realidad.
Ésto se aplica a la Presidenta o a cualquier otro persona en que las crisis no siempre requieren de internación pero sí de un control muy estricto con participación familiar que incluya licencia laboral, bajar los niveles de responsabilidad y carga.
El ejercicio de la Presidencia no parece representar el contexto adecuado en cuánto a la tranquilidad necesaria para quién sufre de éste trastorno.
Así demostraron los resultados de la elección presidencial del 22 de noviembre que dejará una triste sorpresa ganadora a Macri por escasa diferencia de 3 puntos, y mucha resignación para quién durante dos períodos gobernó su reinado como quiso, desde su alto trono monárquico paseando por el mundo y entre la multitud despertando admiración, tenga que terminar quedar en un cono de sombra cuándo se apagan las luces de la escena gubernamental, como también su cadena de "Hola Presidenta" donde proclamó su verba hasta último momento, inclusive violando la veda electoral por una revolución de doce años que no consiguió ser, con un estado anímico literalmente desencajada en la última reunión en Olivos, dijo: "Que dura e injusta es la vida política"!!!,... agachando la cabeza y quedarse amargamente en silencio durante un tiempo interminable... 

No hay comentarios.: