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martes, 8 de julio de 2014

El CAPITALISMO salvaje del Siglo XXI


Thomas Piketty provocó debates mediáticos en Europa y en Estados Unidos como economista francés joven con un meticuloso libro sobre las formas actuales que tiene el capitalismo, y su interés transformó su libro en best-seller en francés como en inglés.
En su obra "El Capital en el siglo XXI" Piketty postula que durante los últimos 300 años la acumulación de la riqueza aumentó más rápido que el crecimiento económico, lo cuál empeoró los niveles de desigualdad social en la economía tanto en el país del norte como en el Viejo Continente.
El libro afirma que a contramano de los que pasó entre 1930 y 1970 una parte cada vez más importante de los salarios termina engrosando los patrimonios de los dueños del capital, por causa de la inflación y no por falta del circuito productivo, tal como afirma la teoría ortodoxa respecto a la evolución de la productividad del trabajo.
Para el economista e investigador, la concentración de los ingresos durante los últimos años vino acompañada de una concentración cada vez mas notoria de los patrimonios, lo que aleja al capitalismo posmoderno de su modo empresarial para regresar a formas justamente patrimoniales como las que predominaban en el siglo XIX.
¿Cuál es el aporte que hace Piketty al estado actual del debate sobre el capitalismo, sus derivaciones globales y contraindicaciones de su uso?
En opinión de Lavih Abraham, economista y miembro de la Red de Economía Política de Rosario, dice que el libro pone en el centro de la escena la cuestión que aparece de manera marginal a la relación entre el crecimiento económico y la distribución de la riqueza y del ingreso.
Según subraya Abraham entre los economistas clásicos, que fuera retomada a mediados del siglo XX por Simón Kuznets, quién planteó un esquema en el cuál las sociedades se caracterizarían por tener un momento inicial de desarrollo con una buena distribución del ingreso, seguido por una etapa de crecimiento y mala distribución para terminar en un "final feliz" con, nuevamente, una distribución progresiva.
"Esta hipótesis que es conocida como la U de Kuznets es uno de los puntos centrales que dan sustento al ataque de Piketty contra la teoría económica estándar: a ésta falta de anclaje histórico ó trás de  los hechos que tienden a demostrar lo contrario a lo postulado por las teorías".
Abraham se mostró esperanzado que a partir del boom editorial que representa esta obra,  no pueden obviarse sus conclusiones, "es esperable que haya un impacto en la enseñanza de la economía actual que esté más basada en la realidad y menos en las ideología".
 Para Enrique Martínez, ex presidente el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (Inti), el autor podría calificarse con "casi 10 en econometría, por la valentía de exponer crudamente las conclusiones a las que llega, pero es reprobado en visión política".
Juan José Llach, economista y ex funcionario nacional, destacó que el libro "es una contribución valiosa al poner sobre el tapete una cuestión muy importante como el aumento de la desigualdad de ingresos observada en la mayoría de los países, en los últimos 15 o 20 años, además la creciente concentración de ingresos y de riqueza en el 1% más rico en Estados Unidos, el Reino Unido y otras naciones europeas".
El ultramediático filósofo esloveno Slavoj Zizec lo resumió así en un artículo sobre el fenómeno Piketty: "Las tentativas de superación del capitalismo durante el siglo XX no funcionaron como buen keynesiano, ya que el capitalismo es al fin de cuentas el único juego disponible; aunque todas las otras alternativas fallaron y  por lo tanto debemos preservarlo".
La obra de Piketti es una muy cuidada investigación histórica sobre el desarrollo del capitalismo en una veintena de países occidentales durante los últimos tres siglos.
El Capital en el siglo XXI tiene más de mil páginas en su edición francesa, 696 en la versión inglesa, con 160 gráficos y cuadros estadísticos que lo convierten en un  manual de consulta e investigación.
"El libro de Thomas Piketty también es un manual sobre el cálculo de cuentas nacionales y transferir hasta la fracción más elemental de la teoría que  utiliza para procesar la mejor información disponible de los últimos 200 años" destacó el ingeniero Martínez.
La visión de Abraham del libro es su amplísima base de datos históricos que atraviesa una veintena de países y que se remonta hasta la Revolución Francesa. "Doscientos años de datos sobre crecimiento económico, distribución del ingreso personal y clases sociales, impuestos y valor del capital le dan a ésta obra una solidez notable", pero en una época como la actual en la cual las ciencias sociales "discuten en papers y revistas súper-especializadas", ésta obra "es una bocanada de aire fresco" al ser concebida por un trabajo de equipo a largo plazo y por dejar disponibles los datos de manera abierta al público y todos los datos del libro están disponibles en la web (http://piketty.pse.ens.fr/en/capital21c), y también puede encontrarse en la plataforma interactiva de datos quandl(http://www.quandl.com/PIKETTY).
Según sus aportes "que no pueden obviarse y han convertido en el centro de los debates en Estados Unidos y en Europa es como poner a la economía y a las teorías económicas en perspectiva histórica".
Otro aporte valioso que hace notar la obra es que muestra la forma de distribución personal del ingreso y la riqueza que se cruzan con la distribución entre las clases sociales, mientras mira una distribución personal del ingreso y de la riqueza (mirada en el 10 por ciento más rico, al 1 por ciento más rico, y el 0,1 por ciento, etc.) se está preguntando qué es lo que hace rica a esa fracción de la población.
La respuesta es clara: mientras más cerca se pone la lupa, más aparece la propiedad (el capital) como factor determinante de ésa riqueza, y más se destaca la riqueza heredada por sobre la capacidad de ahorro del sueño americano", indicó Abraham.
A pesar que si todo se vuelve un fenómeno mediático el libro de Piketty recibió elogios y críticas casi de forma equitativa, con notas y respuestas que circularon durante varias semanas en los diarios y revistas más famosos del establishment internacional como The Economist, pero algunos autores opinan que los resultados de desigualdad que genera el capitalismo "no sean admitidos como irremediables".
"Piketty sostiene que una acción sistemática del Estado podría generar una distribución distinta de la riqueza, pero esta parte de su libro es la más débil, porque su vocación academicista le impide poner con fuerza cuáles son las relaciones de fuerza que definen quiénes son los que conducen un gobierno".
Para Llach, en cambio, el principal error de Piketty es intentar pronosticar el futuro, "un futuro sombrío de desigualdad aún mayor que no es predecible". En ése sentido, recuerda que muchos economistas célebres tuvieron grandes fracasos con ese intento: Marx, que no previó el surgimiento de las clases medias y las democracias sociales; Keynes, que pronosticó estancamiento secular justo antes del inicio de la mayor era de crecimiento de la historia, y Gunnar Myrdal, que cometió el mismo error para el caso de Asia.
"Esto ocurre en parte porque su análisis de las políticas pro-equidad es pobre y no destaca, por ejemplo, que en Escandinavia la desigualdad  viene del mercado y se reduce a la mitad por las muy buenas políticas fiscales y sociales", indicó.
A pesar de algunos reparos, Llach subrayó que "no caben dudas que en la era post-Piketty los economistas y sociólogos deberían dedicar más y mejores esfuerzos a diseñar y divulgar mejores políticas para lograr sociedades sin exclusión, con menos pobreza y más igualitarias".
Desde la óptica de Abraham, el libro de Piketty aporta dos "heridas narcisistas", la que recibió la teoría neoclásica: la teórica, que muestra sus inconsistencias, y la empírica, que revela que el capitalismo realmente existente "no es lo que nos han contado los manuales", pero su relevancia mediática que ha tenido lo ubica en un lugar mejor que la de sus innumerables predecesores".
 Sobre el final el economista Piketty hace un llamado "acaso ingenuo" a utilizar cierto tipo de herramientas impositivas y "no es de ningún modo un libro anticapitalista" al decir que el capitalismo no es malo, sólo que es como el escorpión de la fábula: la tendencia a la desigualdad está en su naturaleza. Por ello son los Estados nacionales los que deben reencauzarlo", concluyó

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