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domingo, 9 de junio de 2013

"Ante la corrupción en el mundo gubernamental, un presidente cede su palacio de gobierno a los pobres"


José Mujica, presidente de Uruguay, presentó hace un año una idea que sorprendió a todo el mundo. En junio llega el invierno a Uruguay y miles de indigentes viven en la calle y no tienen donde cobijarse, y los albergues a disposición de las personas sin hogar se llenan y son muchos los que tienen que pasar la noche en la calle.
Ante éste problema Mujica decidió ofrecer el palacio presidencial como alternativa para dar refugio a todas éstas personas desposeídas. La idea provocó un gran revuelo, aunque Mujica matizó que las instalaciones del edificio solo se utilizarían para éste fin en el caso de que los albergues de Montevideo se viesen desbordados.
Ya el año pasado se planteó la posibilidad de ofrecer alojamiento en el palacete, a una madre y a su hijo, aunque al final fueron acogidos en un refugio ministerial.
Al palacio presidencial uruguayo se lo conoce como "la casa de Suárez y Reyes" y hace tiempo que no se utiliza para el fin que fue construido: alojar al presidente de Uruguay. 
Tanto José Mujica como su antecesor, Tabaré Vázquez, decidieron seguir en su vivienda habitual después de ser elegidos como mandatarios del país latinoamericano. 
La casona no cayó en el abandono, aúnque se utiliza para algunas recepciones a mandatarios extranjeros y para celebrar reuniones del Consejo de Ministros cuándo se estima oportuno, pero aún así muchas instalaciones del palacio quedaron en desuso.
Otra de las características de José Mujica es que sigue en la misma casa en la que vivía antes de ser elegido presidente, es en una finca humilde y no tiene más de lo que necesita: una sala de estar, una cocina y una habitación y así Mujica defiende la austeridad que es una "lucha por la libertad", ya que al tener pocas cosas necesita "poco" para mantenerlas.
Por tal estamos invitados a conocer su casa de vida rural y como vive la izquierda uruguaya, veamos éste video:


Éste presidente poco común cuenta con un pasado como propio del protagonista de una humilde novela rural que de un primer ministro. En su juventud luchó como guerrillero tupamaro y durante ése periodo fue herido de bala en seis ocasiones, y durante un largo periódo de su vida ha pasado cerca de 15 años en prisión, de donde salió amnistiado en 1985.
Desde entonces se ha centrado en la política, tarea que se dedicará "mientras viva", según declaró hace un año a un reportero de la BBC, dado que su discurso se centra en predicar austeridad y solidaridad.
En el año 2005 entró a formar parte del gobierno de Tabaré Vázquez para hacerse cargo del Ministerio de Ganadería, y fue en 2010 cuándo asumió la presidencia de Uruguay trás ganar la segunda vuelta ante el candidato conservador Luis Alberto Lacalle.
José "El Pepe" Mujica como se lo llama popularmente está considerado ser el presidente más pobre del mundo, y no es porque Mujica cobre poco dinero por gobernar al país y al ejercer de Comandante en Jefe tiene un estipendio de unos 250.000 pesos uruguayos al mes (al cambio, unos U$S12,200), lo que pasa es que le gusta donar el 90 % de su salario mensual a fondos de ayuda social, que gestiona otro tupamaro colega del Fondo Raúl Sendic, que es a su vez administrado por la fuerza política del presidente, el Movimiento de Participación Popular (MPP), y justifica el porqué "Hay otros uruguayos que viven con mucho menos".
Tampoco se lo vé al presidente pasar penurias: vive en una chacra (granja) en las afueras de Montevideo, que es propiedad de su mujer, la senadora Lucía Toplanski, donde él tiene sus cultivos y pequeña granja para sus necesidades. Está vigilada por unos pocos policías, que él asegura haber aceptado a regañadientes, y su vehículo oficial es un Chevrolet Corsa, y para recortarse a sí mismo algo más, ha propuesto donar hasta su jubilación presidencial (allí los expresidentes cobran cifras supuestamente grandes cuándo dejan el cargo).
La única propiedad que tiene a su nombre, según se ha podido saber a través de su declaración de impuestos después que fuera inspeccionada por la Junta de Transparencia y Ética Pública, es un viejo coche modelo Volkswagen Beetle que usa para ir a la quinta y la propiedad como vivienda, y además también su mujer le gusta donar parte de sus ingresos como funcionaria oficial.
Otra de las características de José Mújica es que sigue en la misma casa en la que vivía antes de ser elegido presidente. Está es una finca humilde y no tiene más de lo que necesita: una sala de estar, una cocina y una habitación, y así Mújica defiende que ésta austeridad es una "lucha por la libertad", y la consigue con su propia filosofía que al tener pocas cosas, necesita también "poco" para mantenerlas.
Gesto noble y altruista, si también fuera imitado por todos aquellos mandatarios que quieran gobernar un país de inclusión social y popular, desposeídos de todo el materialismo ambicioso que ofrece el poder del Estado.

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