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lunes, 12 de diciembre de 2011

CRISTINA asumió en el Congreso con nostalgia y puntualizó los nuevos desafíos

La presidenta Cristina Fernández estaba demasiado emocionada al entrar en el Congreso donde era esperada por la multitud para jurar su segundo mandato y ofrecer su discurso de 80 minutos a los que tiene acostumbrado los argentinos en una sala parlamentaria llena. Cuatro años atrás estaba en ese mismo lugar vestida de blanco y el presidente saliente, su marido, le entregó entonces el bastón de mando y le colocó la banda con los colores nacionales. Ésta vez vestía de negro, su compañero no estaba y su hija debió entregarle los atributos presidenciales. Cuando ingresó al palacio del Congreso acompañada por sus hijos, hizo visibles esfuerzos por sonreír, pero los intentos eran acotados por un rictus de tristeza y cierto dejo de nostalgia.
Pero ella ésta vez no pudo disfrutar plenamente de ésos momentos por la cuál luchó con voluntad cuando era senadora pero e
n su segunda parte de su juramente, advirtió que “… si así no lo hiciese Dios, la Patria y él me lo demanden”.
Julio Cobos estaba sin pena ni gloria en el estrado del recinto, unos metros atrás de Cristina y no trascendió más allá de algún grito aislado de “traidor” que partió desde las barras en los balcones y cuándo ingresó al recinto, las galerías estallaron en cánticos de apoyo a Cristina pero no lo abuchearon ya que poco después de la entrega de la banda que ayudó colocar su hija Florencia hizo mutis por el foro. El dardo más certero lo lanzó la presidenta, cuando tras recordar los momentos que atravesó su gobierno en 2007, deslizó como al pasar sobre el problema del campo que “si me hubieran hecho caso estarían mejor”. Se refería obviamente a las retenciones móviles de la 125, que les hubieran jugado en contra a los sojeros en momentos de precios altos, pero los beneficiarían en tiempos de precios bajos, como el actual. Por la angustia que le jugaba la presidenta apenas rozó su acción futura al ratificar plenamente el rumbo del proyecto “nacional, popular y democrático” y se refirió al gran desafío de la "etapa que será la competitividad”, y anticipó que creará una subsecretaría específica.
En el marco de la “sintonía fina”, el gobierno aspira atenuar tensiónes sobre los precios, mediante la incorporación de nuevas tecnologías productivas para permitir incrementar la competitividad sin acudir a devaluaciones ni endeudamiento externo y para alcanzar ésta meta, el gobierno
organizará reuniones de análisis sectoriales entre empresarios y funcionarios, que permitan detectar las necesidades de cada rama industrial.
La idea de diversificar exportaciones y conquistar nuevos mercados para moderar los efectos de la crisis internacional, Cristina Fernández anunció la creación de una Secretaría de Comercio Exterior. Su estado de ánimo no la privó de pegarles un palito a las corporaciones, al recordar que su gobierno superó cinco corridas cambiarias “que hicieron porque creyeron que este gobierno iba aceder” y con firmeza, advirtió que “No soy la presidenta de las corporaciones sino de los 40 millones de argentinos”.
Con la misma sintonía, Cristina como docente dió una clase sobre la crisis internacional por la cuál responsabilizó al sector financiero y sus especuladores. De forma explícita recordó al gran ausente, Hugo Moyano, cuando dijo que “con nosotros hay derecho de huelga, pero no de extorsión ni de chantaje”.
El futuro de Moyano como hipotético líder opositor es aún frágil junto a su imagen en la opinión pública es negativa, aun cuando podría crecer si las vueltas de la economía nos conducen a un escenario de crisis.
Hoy el líder camionero busca diferenciarse del kirchnerismo pero se le parece mucho, ya que comparte con esa fracción la ambición de acumular un poder sin límites.
El poder, la influencia y el enriquecimiento que gozó Moyano en éstos años son un símbolo del prebendarismo de la era K con el que se beneficiaron muchos de quiénes sirvieron a sus intereses políticos y del apoyo que tuvo del matrimonio K que alternó en la Casa Rosada, con la " lealtad que se paga con más lealtad", expresó no hace mucho el dirigente sindical, en lo que puede interpretarse como un pedido de impunidad frente al acoso judicial que tendrá de sus negociados que pueden devenir después de la ruptura.
Terminó su discurso en medio de ovaciones con papel picado en el recinto de la cámara y al salir, pudo ensayar una amplia sonrisa frente a los chicos de La Cámpora que se agolpaban contra las vallas laterales,en el camino hacia la Rosada, por la Av.de Mayo pudo darse un reconfortante baño de pueblo que llenó a su paso y fue el momento de su mayor emoción.

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